Me acuñe entre tus brazos profundos,
dormite mareas, y algunos ronquidos.
Fui aniquilada completamente,
ronde en las tormentas,
hasta que me acurruque la calma.
Cruce perdida,
nublada bajo la turba de ácidos caminos.
Triste, vi vacíos.
Hundida bajo la lluvia,
encontrè el camino,
desperté en el mañana y reviví hoy.
Somos roedores naufragados, bajo la atmósfera.
Comiendo sobras, viviendo en sótanos.
Somos roedores, bajo las sombras tuertas de créditos.
cesantes, torneros, trabajando para vivir.
Somos roedores, bajo la tierra cesante.
bajo el sol incandescente,
bajo palabras necias y de espaldas inquietantes.
Somos roedores, del arroz y del huevo,
perdidos en el oficio,
tentados a lo inclemente,
pero amándote como siempre.
Desde siempre
Tengo remolinos y mis manos vacias,
despotrico al universo,
me revalso y sigo en el.
Dicen que los poetas,
eres sensibles,
se rehusan a cambiar,
odian humillarse,
menos redimirse.
Soy, la mujer docente, humana,
tacitamente dormida,
tacitamente sin sombras perdidas.
No soy mentiras,
ni renombres posteriores.
Busco oportunidades,
revoco dolores y rabias,
practico sueños, vivo realidades.
Busco aciertos en mi alma perdida.
Soy la ceniza, que limpia mi piel al caminar.
Soy el tiempo impuesto, la discordia cobarde.
Soy un vaso, bajo el desierto trota mundo.
Soy el chocolate, que no tomo.
Y el espesor del café contraindicado.
Soy la nebulosa consagrada,
todo y nada.
Soy la lluvia de los ojos,
y el viento que la separa,
Soy lo atemorizante,
que recorre las palabras.
Soy el torbellino milagroso,
un corazón sin aire,
un reflejo poderoso,
de una mujer que fue ceniza,
muerta de fuego,
servida de hambre,
cubierta de gozo.
Atípica, espiritual, en tranquilidad,
soberbia, a pesar de los infortunios.
Valiente, como renuente de la mente.
Soy escalofríos que se rehúsan al pasar,
y el silencio, que se dobla al caminar.
Soy el alegato,
el cansancio y la paz.
Un poco de tormento,
camina entre callosidades,
y descansa el fuego,
descansa la curiosidad y la mente.
Nací estrella, luego fui árbol.
Dormí en una higuera y fui cenote.Soy el desastre, junto al agua bendita.
Soy la base del tornero, la vida sin la gloria dicen.
Soy el cansancio, la tranquilidad auto impuesta
el dolor resbalado, la tormenta lejos de todas las muertes.
Re viviente y sobreviviente,
testadura llena de torceduras.
Soy la chiquilla de la pobla,
de sonrisa poco facil,
que lo ha cumplido todo, que resuelta sigue...
Soy el terreno,
Soy la búsqueda y el encuentro.
Tu miedo irremplazable
El ahogo cobarde y la paz.
Soy el bullicio de la mente
La trabajadora audaz
El pecho sin final
El encuentro
La salida
Soy lo que vez
Empedernida, insalubre tranquila
Soy, el vestigio de la vida,
La ronda de las mil muertes,
Lo eterno, lo valioso.
La que no se esconde.
La que no se da, por vencida.
Soy la boca del atardecer
La luz del enredo.
La sabía armonía.
Soy, el recoveco de tu voz.
La contención de media noche.
Soy, un rodeador sin salida.
Un caminante sin camino.
El vapor sin aire,
La búsqueda de la calma.
Soy tormentas,
Desmemoriadas en mi cabeza.
Soy, el cansancio.
La noche boca arriba,
Mi vida sin la tuya.
Soy mía.
Capaz tuya.
De ti. Nadie.
Somos removidos, no nos importa la ropa.
Somos bendecidos, recordamos la mano, vivimos enfurecidos,
luchando por el pan, luchando por los sueños.
Somos tiritones resbalosos, infames y un poco rotos.
Somos contentos, endeudados, visionarios.
Somos trabajólicos, rompe huesos, roedores, oportunistas básicos.
Somos nosotros, sin más
rodeando el firmamento,
buscando lo real,
amándonos hasta el final.
Agradezco.
Sentada al universo.
Revolviendo el terreno.
Te agradezco,
Te doy todas mis entrañas,
Mi corazón puro,
Mi mente revuelta que se sana.
Te doy el amor inmaculado.
Irreal.
Mis lágrimas depuradas,
Te doy mi luz.
Mis manos,
Me encariño en tus brazos,
En tu piel.
Orgullosa de ti,
De nosotros.
Te amo
