Ironía del fracaso: Horas desanimadas de sueño congeladas imaginando recitales de romanos y griegos despojados de sus tierra conectándome con sus manos y brazos.
Entre tanto y tanto el recuerdo de aquel Octavio Augusto causo estragos, me enveneno, me vicio y me reprobó.
Como sea dejaré todo atrás, ya habrá tiempo para reencontrarme con sus mismas historias, letras, fechas y ciudades.
Ya habrá tiempo, un poco indeseable para enamorarme de esto que me fue un fracaso inevitable.
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