viernes, 18 de abril de 2008

yo...





Yo, es soy como mi nombre valiente, sin más, ni menos.

Esa persona que ve después de verlo todo, que escribe siempre, aunque nadie lo note.
Sus ojos negros cautivan con su oscuro anochecer que enlaza con su pelo, hacen referencia de algo diferente.

De tranquilidad apasionante, mitológica y especial que se enferma con el ruido, la melancolía y el des amor que viven las personas en su alrededor.
Escribir, leer y compartir la apasionan con aquellas almas que gozan de un cariño enorme que necesitan ser escuchadas y no mal interpretadas.

Los duros golpes de la vida la hacen crecer y enfrentar con una coraza echa de muro de fuerza lo que vendrá. No todo es siempre y siempre hay felicidad.

Esa felicidad cuando las raíces regresan, a ese pasto verde y al sonido de los caballos. Cuando abrazo a esa señora de años y su caluroso cariño llega a mis entrañas rozando mi piel. Me hace recordar que en base de sacrificio estoy delante de los pies, mirando un espejo…

Y mi di cuenta así que podría elegir, a esas personas que son reflejo de mi vida que continua, que son un complemento y no un desaliento, que me hacen en cada segundo ser feliz y que me levantan cuando amanezco llena de barro, en el suelo llamado fracaso, y me hace recordar que la vida nunca es justa, pero enormemente sabia.

Por ello el reflejo de las personas me apasiona, capturo fotos de ellas, me estremece las grandes edificaciones y me enloquece la sabiduría, el complejo de algunas y otras minorías.

Uno de los sueños ser reflejadora de ilusiones y agonías, ser mentirosa de verdades y ser captadora de enseñanzas, experimentando a aprender, defender al indefendido y a explicar lo inexplicable, a enseñarle al desvalido y al que no entiende. A charlar cuando no hay nadie y dar la mano cuando no haya nadie mas que la pueda dar.
Y lo importante poder reflejar el cariño en alguien, que tenga mi misma sangre y instintivo por las nubes y la tierra.

Y sonrió por que: poeta soy, lastima de serlo talvez y orgullosa también, una poeta oscura que se escudriña por los bosques y le gusta observar cosas perdidas. Soy lo que soy, aquella niña, de ojos oscuros, manos frías y frágiles de miradas tristes. Soy la alma que expresa lo que tal vez aquellas almas no pueden, soy aquella anima que lleva, observa y habla, que guarda sentimientos, que guarda sueños… Soy yo…

Y no hay nada más que decir; mis ojos se cerraron, lo que no hacen siempre.
Cuando no hay un fin.

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