Yo me morí, y no desperté más,
ni tus recuerdos me hicieron vivir,
me cobije en el amanecer de sueños
y besé a morfeo, sacándome la lánguida pena.
No fuimos nada,
me reventaste en deslealtad,
y morí bajo el tormento del Saguáz.
Adiós,
hemos terminado con la eternidad.
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