como roció en las manos,
bebiendo agua
tomando aire.
Me inundo en lo inevitable,
como fulgor de mi sangre.
Remuevo heridas,
sacándome costras tras costras,
sudando,
limpiando y sellando el olvido.
Te miro desde el destierro,
ante la soledad tomada.
Tranquilidad desmedida
tranquilidad abrazada.
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