Me ahogue en llanto, y me desapegue peor que nunca, como siempre, sin mirar atrás.
Así soy yo, con todas las realidades, entre las profundidades con el sol que da sombra.
Me despliego eternamente, susurrando alientos perversos.
Perversa humanidad, princesa sin camino,
torrente húmedo, vista envejecida.
Entre los laberintos me busco a si misma,
sin rencor ni odios turbulentos,
sin gloria,
eslabones,
infinidades transgresoras.
Camino súbitamente,
revivo intensamente,
y despierto.
Reconstruyo.
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